La solución surgió en 1980
gracias al deseo de los japoneses por revitalizar el fútbol en su país, y para cumplir
ese objetivo ofrecieron albergar la final todos los años en Asia, con el auspicio de la
empresa automotriz Toyota. El 28 de noviembre se reuniron en el hotel Excelsior de Roma
los dirigentes de Nacional de Uruguay (campeón de América), Dante Iocco y José Sassón,
junto con su par del Nottingham Forest de Inglaterra (campeón de Europa), Geoffrey Mc
Pherson.
Junto a ellos estuvieron Hans Bangester, de la Unión Europea de Fútbol (UEFA), y
Teófilo Salinas, titular de la Confederación Sudamericana (CSF).
También formaron parte del cónclave Patrick Nally y Michael Storey, de la empresa West
Nally, que se ocuparía de la organización de la final.
La Confederación Sudamericana y la Unión Europea de Fútbol avalaron el cambio de
reglamentación y denominación del trofeo, fijándose un alargue y penales en caso de
igualdad.
Hoy, a través de los años, los equipos no piensan tanto en la ganancia económica y en
el 'interminable' viaje que deben hacer sudamericanos y europeos -estos en menor medida-,
porque ir a Japón da jeraquía, es una cita esperada por el mundo futbolístico, Boca se
ganó el derecho a participar en ella, y hay un auto de premio.
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